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El fracaso de Alexa



Alexa llegaba a nuestras vidas de la mano de Amazon en el año 2014, pero no fue hasta el año 2018 cuando el boom de los altavoces inteligentes revolucionaría el concepto de asistente personal.

Hasta ahora conocíamos a Siri, asistente de Apple, o a Cortana en Microsoft. Estos asistentes vienen integrados en nuestros smartphones, por lo que están ligados a una pantalla.

Pero la revolución llegaría con los altavoces inteligentes. Altavoces. Sólo voz.

En una sociedad en la que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo mirando una pantalla, llegaba un altavoz que se manejaba única y exclusivamente por voz y que podría facilitarnos muchas labores cotidianas.


Se podría decir que el pionero y revolucionario fue el altavoz de Google, Google Home.

Poner música, pedir una receta de cocina, apagar y encender las luces de tu casa, poner la radio o encender la televisión se encuentran entre muchas de las ventajas que este asistente podía ofrecerte.

Tal fue el éxito que muchas empresas decidieron unirse a este boom y producir sus propios altavoces inteligentes. Así llegaron el HomePod (Apple), Somos One (Somos) y el que nos da el tema de debate:


Alexa, el altavoz inteligente de Amazon (Amazon Echo) anunció su salida al mercado y pronto se posicionó como competencia principal de Google Home.


¿Por qué ha fracasado Alexa?


No hablo de un fracaso económico o de ventas, me refiero a un fracaso conceptual.

"Pídele a Alexa que te muestre la previsión del tiempo, tu calendario, las listas de tareas, consulta recetas, crea temporizadores y añade productos a la lista de la compra, escucha tus playlists favoritas... y mira las carátulas de los álbumes que estés escuchando en Amazon Music. Reproduce música en streaming con Spotify y disfruta de un sonido espectacular en estéreo.... disfruta de películas y series de Prime Video, o ve las noticias, realiza videollamadas y mucho más..."

Exacto, una pantalla. La última versión del altavoz inteligente de Amazon tiene una pantalla.

Los altavoces inteligentes suponen una revolución por el hecho de ser manejados únicamente por voz y no tener más interacción con ellos que hablar, un cambio y una nueva forma de potenciar el audio como forma de consumo y llegar a posicionarse al mismo nivel que el contenido visual.


Quién sabe a donde podría haber llegado Alexa si Amazon hubiera mejorado las prestaciones de su altavoz inteligente en vez de añadirle un contenido visual innecesario.

Añadirles una pantalla supone la perdida del sentido de estos altavoces inteligentes, por lo que, en mi opinión, esta nueva versión de Alexa ha supuesto un fracaso en la evolución de estos asistentes personales.


Marina Rodríguez, 6/3/19




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